La tradición marroquí se funde con el jazz en el festival de Essauira



La ciudad magrebí se ha sumido durante cuatro días en un estado de pseudolevitación permanente gracias a la música de las cofradías gnawa ¿la negritud incardinada en el islam magrebí¿ y la hibridación jazzística

MINGUS B. FORMENTOR - 02/07/2004 La Vanguardia



Essauira. ¿ De repente, casi por ensalmo, Essauira sufre una muda radical en su piel y en su sangre. El fin de semana pasado, las habitualmente tranquilísimas callejuelas de su hipnótica medina se transformaron en ríos de humanidad que se deslizaba a ritmo de paseante. Sonaba la hora de su Festival Gnawa.

Cuando acaba de alcanzar su séptima edición, quienes aman asomarse a la diversidad musical del mundo, sienten pasión por el baile, curiosidad por el trance profano y deseos de vivir unas jornadas donde la magia se puede tocar con los dedos, tienen en el Festival Gnawa de Essauira su festival. Ocho escenarios oficiales, dos de ellos (las plazas de Mulay El Hassan y Bab Marrakech) de dimensiones enormes, incontables experiencias musicales al tresbolillo, colores, olores y sabores se entreveraron de forma inextrincable para sumir la ciudad en un estado de pseudolevitación permanente durante cuatro días largos.

La columna vertebral es la abductora música de las cofradías gnawa, la negritud incardinada en el islam magrebí para sanar cuerpo y espíritu, buscar el trance y cuajar la comunión a través de música y baile, pero en el costillar se insertan otras muchas músicas del ancho mundo con un relieve muy especial para la hibridación de origen jazzístico. Junto a las grandes formaciones actuales del género, dispersas por todo Marruecos, han pasado por el festival gentes de la enorme talla de Alí Farka Touré, Oumou Sangaré, los Bauls de Bengala, Amadou et Mariam, Nass El Ghiwane o con un sentido tan libérrimo del swing como el que tienen Archie Shepp, Regie Workman, David Gilmore, Julien Lourau o Graham Haynes.

En la presente edición también se ha incorporado al festival un buen puñado de jazzmen relevantes e idiosincráticos, entre ellos Joe Zawinul, Omar Sosa, Carles Benavent, Jorge Pardo y Tino di Geraldo. Para algunos, como el pianista cubano Omar Sosa (a quien acompañó en la aventura Angá, tremendo percusionista y compatriota), el envite vino a ser como jugar en terreno propio, hijos de ese mismo espíritu que puede enlazar con hilo de plata santería (o vudú, o candomblé) y gnawa. Para otros, Joe Zawinul, una experiencia prospectiva en la que ni pensaba tres meses atrás. Para unos terceros, Pardo-Benavent-Di Geraldo, compatir un soniquete con sus primos en arte.

Dentro de las formaciones gnawa, la gran novedad y comidilla de la presente edición era una ausencia. La familia Guinea es uno de los manantiales gnawa esenciales del país. Hay consenso total. Son, además, originarios de Essauira, y de entre sus miembros, la jefatura y liderazgo, dentro y fuera de Marruecos, la detenta sin ninguna discusión Mahmoud Guinea. Pues bien, al parecer por ciertas discrepancias económicas, este año dio calabazas al festival y se presentó la noche del viernes en uno de los restaurantes de la ciudad, al margen. Una ciudad en la que, en tiempos de hippies, contracultura y alta cultura se daban cita (Orson Welles, Maria Callas, Jimmy Hendrix, Pier Paolo Pasolini, Mick Jagger, entre otros, quedaron prendidos de su embrujo).

La ausencia de los Guinea fue bien tolerable visto el alto octanaje artístico y comunicativo que lograron no pocas actuaciones en las grandes plazas. De entre las cultivadoras de un gnawa de fusión, sobresaliente para Hassan Hakmoun y Gnaoua Jazz Expérience. En cuanto a los grupos marroquíes dedicados a otros palos y mixturas, cerrado aplauso para Jil Jilala y Hoba Hoba Spirit. Y por el lado del gnawa escénico, uno se quedaría con todo, si bien a los puntos quizá lograron llevarse el gnawa al agua las formaciones lideradas por Omar Hayat (Essauira), Hamid El Kasri (Rabat), Mohamed Kouyou (Marrakech) y H'mida Boussou (Casablanca). Con todo, lo esencial es la vivencia como un todo, un viaje músico-vital que no se olvida. Excelente.



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